viernes, 6 de enero de 2012

LA COCINA DELA DIOSA

Cocinar es un proceso mágico de transformación que utiliza los cuatro elementos:

Tierra: los alimentos que nos ofrece la naturaleza. A mi parecer, los animales y los seres “sintientes” no son frutos de la tierra aptos para ser comidos, de modo que opto por una alimentación vegetariana como elección personal y espiritual.

Fuego: la fuente del calor con la que se elaboran los alimentos. La elaboración de los productos naturales a través de la cocción es lo que convierte el alimento crudo, propio de todos los otros animales y de todos los seres que pertenecen a otros mundos y a otros planos, en alimento cocido, signo distintivo de la raza y civilización humana.

Agua: el elemento de purificación de los alimentos, que los prepara para el proceso alquímico de la elaboración y consumo, pero también el elemento líquido que está en alto porcentaje en todos los alimentos, que es parte de ellos, parte de nosotros y que siempre los acompaña.

Aire: el elemento que no puede faltar en ningún proceso de cocina, en todos sus innumerables estados y modalidades. Pero también el aire que mueve nuestros pensamientos, nuestros humores y nuestras ideas más profundas que se ven plasmadas inconscientemente en los platos que preparamos y consumimos.

El cocinero mágicamente prepara alimentos guiando un proceso alquímico a través de una serie de acciones precisas y meticulosas que unen, entremezclan y transforman los cuatro elementos en sus formas más básicas para crear un plato que consiga reunir todo en cada porción el entramado del proceso en su conjunto, desde los planteamientos hasta las conclusiones.

Aunque a menudo los utensilios son modernos, no hacen sombra a la magia de los misterios culinarios. La cocina es todavía el altar en el cual se realizan los conjuros del cocinero: es la tradicional imagen de la bruja que con su caldero elabora poderosas pócimas con ingredientes extravagantes o el mago que con inteligibles libros de alquimia trata de encontrar la receta exacta del elixir de la vida.

La clave está en el caldero, y el caldero está guardado en todas las cocinas: sólo hay que buscarlo y sacarle el polvo. Cada uno de nosotros es esa bruja o ese mago cuando prepara una taza de poleo para el dolor de tripa o un tazón de leche con chocolate para un niño que llora.

Todo depende de cómo se maneja la energía de cada alimento, de cómo dirigimos nuestra energía personal y de cómo realizamos el hechizo.

El resto es todo imaginación!

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