Los 144.000, llamados por el Nuevo Testamento "los elegidos" no son humanos álmicos u Homo Sapiens. En realidad son "espíritus encarnados", que en un acto de enorme servicio misericordioso se han manifestado en la Tierra (encarnado) para vivir mucho tiempo como humanos comunes desempeñándose como tales; son ellos los llamados "Semillas de Luz". No son hijos de la Vieja Tierra, sino que bajaron en servicio. Vinieron como cualquier humano hasta que comenzaron a sentir que algo los distanciaba y diferenciaba. No fue fácil su existencia en medio del tener que desempeñarse en el mundo. Con mucho sufrimiento y esfuerzo han podido ir develando el "misterio" de la diferencia entre ellos y los humanos comunes. En estos últimos años, los humanos cósmicos e intraterrenos vinieron en su ayuda para su despertar y así está sucediendo.
Existen muchas más semillas de luz que los llamados "elegidos", razón por la cual se dice: "son muchos los convocados y pocos los elegidos".
Quienes constituyen los elegidos no son más que los seres espirituales (piensen acá desde el cosmos) autoconvocados al servicio en ayuda a la parición de la Nueva Tierra, una Tierra cuyo cuerpo no es ya pesado y denso sino que, tal como los Homo Galácticus, desarrolla un cuerpo lumínico, más liviano, más fluido como para poder ascender a una quinta dimensión.
Y acá algo que nos habla de la unidad, de la cooperación universal. La Nueva Tierra pareciera que se gesta a sí misma, sin embargo la luz creadora le posibilitará su existencia, si la proveen los Homo Galácticus que vinieron a la Vieja Tierra. Y que como canales de la Energía Creadora proveniente del Sol Central de la galaxia (Amor) la transmiten al planeta consiguiendo así formar el Cuerpo Lumínico Planetario.
Existen muchas más semillas de luz que los llamados "elegidos", razón por la cual se dice: "son muchos los convocados y pocos los elegidos".
Quienes constituyen los elegidos no son más que los seres espirituales (piensen acá desde el cosmos) autoconvocados al servicio en ayuda a la parición de la Nueva Tierra, una Tierra cuyo cuerpo no es ya pesado y denso sino que, tal como los Homo Galácticus, desarrolla un cuerpo lumínico, más liviano, más fluido como para poder ascender a una quinta dimensión.
Y acá algo que nos habla de la unidad, de la cooperación universal. La Nueva Tierra pareciera que se gesta a sí misma, sin embargo la luz creadora le posibilitará su existencia, si la proveen los Homo Galácticus que vinieron a la Vieja Tierra. Y que como canales de la Energía Creadora proveniente del Sol Central de la galaxia (Amor) la transmiten al planeta consiguiendo así formar el Cuerpo Lumínico Planetario.
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