Los antiguos mayas, observadores por naturaleza, no sólo dedicaron su atención a los astros, sino que se percataron del cambio de las estaciones y se dieron cuenta de la correspondencia de momentos importantes del ciclo agrícola con la posición del sol y los fenómenos celestes. Comprendiendo que no era suficiente con observar tales fenómenos, sino que debían registrarlos y calcularlos para poder establecer el ritmo cronológico que determinaban, surge para ellos la necesidad de inventar signos para representar los cuerpos celestes, los períodos de tiempo y su conteo.
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